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Historia

La evolución histórica de la tierra moscona no fue ajena, ni en su origen ni en la actualidad, a las disponibilidades geográficas que el territorio gradense proporciona. La amplitud y fertilidad de sus vegas, la confluencia de varios ríos, el pasillo natural que se conforma entre el centro y el occidente astur, y el más angosto vado sobre el río Nalón de la comarca (Peñaflor), modelaron la historia del concejo desde su origen hasta la actualidad.

Del rápido aprovechamiento de sus riquezas ha quedado un abundante testimonio en los asentamientos prehistóricos. Han sido hallados abundantes vestigios del Paleolítico Medio y Superior, tanto en las terrazas aluviales como en las numerosas cavidades calcáreas del concejo. Sus castros, de la Edad del Hierro, se vinculan tradicionalmente a la tribu de los pésicos, que ocuparon en esta época el centro-occidente de la región.

En la Alta Edad Media estos dominios son conocidos como el territorio de Prámaro y así fueron identificados hasta que la fundación de la puebla de "Grado" y su Alfoz, por Alfonso X El Sabio en el siglo XIII, reemplazaron su primera identidad. Las necesidades de contar con una primera etapa en el Camino de Santiago desde San Salvador de Uvieo/Oviedo (hoy catedral de Uvieo/Oviedo), la confluencia del Camín Real de la Mesa proveniente de Castilla, y la fecundidad de las anchas vegas de Prámaro, hicieron de este lugar el ideal para fundar una ciudad cercada por muralla y dotada de mercado, marcando para simepre el carácter mercantil e itinerario de la villa de Grau, y determinando para siempre el lugar para el gobierno de su alfoz.

El discurrir de los tiempos permitió que algunas partes de su primitivo alfoz se segregaran del mismo - concejo de Candamu, parroquia de Trubia -, y que otros se adjuntaran - antiguo Coto Obispal de Peñaflor -, labrando un destino común reconocible en murallas y torreones medievales (cerca de Grau, torres de Villanueva y Báscones), palacios nobiliarios de época moderna (Marqueses de Ferrera, Condes de Agüera, Marqueses de Miranda-Valdecarzana, Marqueses de Fontela), ensanches burgueses (Calles Alonso de Grado, Manuel Pedregal, Cimadevilla), casonas indianas (Capitolio, Villa Julita, Villa Granda, Villa Ramonita, etc.) y barrios populares (Las Calles Nuevas, El Casal, San Playu, etc.).

Por las mismas razones estratégicas, Grau, antesala del occidente astur, ha sido protagonista de singulares episodios en los conflictos bélicos habídos en la época contemporánea, siendo destacados los de la Guerra de la Independencia y la Guerra Civil, cuyas huellas aún son hoy visibles en diversas zonas del concejo (Peñaflor, El Fresinu, Cabruñana).

No obstante, Grau mantiene hoy la huella de sus primigéneas tradiciones en múltiples pueblos y caserios, donde aún se conserva un rico patrimonio etnográfico y cultural de enraizada esencia asturiana. Sirvan de ejemplo sus brañas del Altu Cubia, así como la gran abundancia de hórreos, paneras, pisones, molinos y otros ingenios hidráulicos que de manera uniforme se distribuyen por toda la geografía moscona.

Mosconas y moscones. Orígenes de un gentilicio

La razón por la que los habitantes de Grau son conocidos como moscones es incierta, pero si es cierto que todos asumen este gentilicio con orgullo y presunción. Prueba de ello son los galardones anuales denominados Moscones de Oro, que la Asociación de Amigos de Grado concede cada año a las persona o instituciones que se han destacado en su contribución al progreso y reconocimiento de la tierra moscona.

Sobre el origen del gentilicio moscón existen diversas hipótesis, ninguna de ellas confirmada con certeza. Algunas remontan sus raíces a la notoriedad de una acaudalada familia de la villa en la Baja Edad Media, la familia Mosca, mientras otras hacen referencia a las emboscadas contra las tropas francesas en el angosto paso de Peñaflor, donde los milicianos de Grau disparaban desde ambos lados haciendo silbar sus balas como "moscones".

Sea como fuere, lo cierto es que los moscones y mosconas se muestran felices con su gentilicio, siendo este utilizado y representado profusamente como un gordo, nervudo, y peludo moscón, a la mayor gloria de Grau.