EL FREISNU

EL FREISNU

Ubicación: El Freisnu (Google Maps)

Cómo llegar en coche: desde la villa de Grau/Grado por la N-634 hacia Cabruñana y allí desvío hacia El Freisnu (9 km aprox). Cómo llegar a pie: desde la villa de Grau/Grado, siguiendo el Camino de Santiago (4,7 km aprox). Cómo llegar en transporte público: desde Grau/Grado en el autobús ALSA línea "Oviedo - Cangas de Narcea", tiene parada en Cabruñana. Desde allí, caminar 2 km hasta el santuario.

 

Uno de nuestros parajes más misteriosos y emblemáticos de la zona es El Freisnu. Dominando los valles del Cubia y del Narcea, con unas impresionantes vistas cuando el cielo está despejado, y atravesado por el Camino de Santiago, no es de extrañar que sea desde la antigüedad un lugar de fervorosa devoción.

El santuario que observamos hoy en día, dedicado a la Virgen del Fresno, se construyó en los siglos XVII y XVIII. Hubo al menos otro templo más antiguo donde hoy se encuentra el cementerio. Todo nos indica que probablemente haya sido un lugar sagrado desde la antigüedad, no solo por su situación geográfica, sino por el hecho de estar asociado a un árbol, como tantas iglesias parroquiales construidas junto a tejos o acebos para cristianizar lugares de culto paganos. Es famoso su novenario, en el mes de septiembre, al que acuden multitud de fieles. Junto al templo se puede observar un antiguo crucero presidiendo el valle tras él.

Cómo visitar el santuario: durante las misas (domingos a las 11h). Si está cerrada, se puede ver parte del interior y a la Virgen del Fresno a través de una pequeña ventana en un lateral. 

Como testigo del misterio del lugar, existe una leyienda, que recoge Álvaro Fernández de Miranda en "Grado y su concejo" (1907):

En los anales del Fresno se registra la historia de una nereida, hada, ondina, xana o cosa así, encanto del lugar, que dio en el estrambótico capricho de probar de su amante, soltándole inopinadamente un culebrón y además un toro de fuego, ante cuyas bestias huyó, naturalmente, despavorido el galán, por lo que la dama, indignada, le despreció, marchándose para no volver y causando la desesperación del amante, que murió de pena, maldiciendo su cobardía.